Yoo / deMaine: Prokofiev - Stravinski
Esta página documenta un concierto pasado.

Información: ¡Concierto precedido por música de cámara en el LOBBY!
Solista y músicos de la OFCM tocan una obra música de cámara antes del concierto. Disfruta nuestro programa de preconciertos.
Sábado 29 de marzo, 17 horas
Domingo 30 de marzo, 11:30 horas
Vestíbulo de la Sala Silvestre Revueltas
SCOTT YOO, violín
ADRIENNE GALFI, violín
FELISA H. SALMERÓN, viola
ROBERT deMAINE, violonchelo
Félix Mendelssohn - Cuarteto de cuerdas op. 44/2
Sábado 29 de marzo, 18 horas
Domingo 30 de marzo, 12:30 horas
Sala Silvestre Revueltas
SCOTT YOO, director
ROBERT DEMAINE, violonchelo
Sergei Prokofiev (1891-1953) Sinfonía concertante para violoncello y orquesta en mi menor, Op. 125
Sinfonía concertante para violoncello y orquesta en mi menor, Op. 125
Además de ser uno de los compositores más importantes de su generación, Sergei Prokofiev fue un pianista de muy buen nivel. De ahí que la mayor parte de su música para instrumentos solistas con orquesta haya sido dedicada al piano. He aquí una visión panorámica de la producción concertante de Prokofiev:
Concierto para piano No. 1 (1911-1912)
Concierto para piano No. 2 (1912-1913)
Concierto para violín No. 1 (1916-1917)
Concierto para piano No. 3 (1917-1921)
Concierto para piano No. 4 (1931)
Concierto para piano No. 5 (1932)
Concierto para violoncello (1933-1938)
Concierto para violín No. 2 (1935)
Sinfonía concertante para violoncello (1950-1951)
Además de las obras citadas en esta lista, Prokofiev abordó en 1952 la composición de un Concertino para violoncello, que quedó inconcluso a su muerte, y que fue terminado por Mstislav Rostropovich y Dimitri Kabalevsky. Ese mismo año, el compositor inició la creación de lo que debió haber sido su Concierto para piano No.6, con acompañamiento de cuerdas, que tampoco fue terminado.
Después de haber residido en París desde 1922, Prokofiev comenzó a contemplar en la década de los 1930s la posibilidad de regresar a la Unión Soviética. Este retorno fue realizado de manera gradual, y no fue sino hasta 1936 que el compositor se estableció definitivamente en Moscú con su familia. Una de las obras creadas por el compositor en ese complejo período de transición fue su Concierto para violoncello Op. 58, cuya creación le tomó más de cuatro años de trabajo. Este Concierto Op. 58 corrió con poca suerte, ya que su estreno en la Unión Soviética, realizado en 1938, resultó un fracaso, debido en buena medida a la pobre interpretación del solista, Lev Berezovsky. Cerca de diez años más tarde, Prokofiev tuvo la oportunidad de escuchar una interpretación de esta obra (a cuya partitura había hecho algunos cambios menores) en versión para violoncello y piano a cargo de un joven y muy prometedor violoncellista ruso, Mstislav Rostropovich. El evidente interés de Rostropovich en la pieza motivó a Prokofiev a volver a la partitura de esta malograda obra y realizó una revisión radical y completa (con la colaboración de Rostropovich) con la intención de convertirla en un Segundo concierto para violoncello y orquesta. En esta nueva versión, la obra fue estrenada en Moscú el 18 de febrero de 1952 por el propio Rostropovich, a quien Prokofiev dedicó la partitura. De nuevo, la obra resultó fallida, y el Segundo concierto tampoco tuvo éxito; en algunas fuentes se menciona el hecho interesante de que el fracasado estreno de este Segundo concierto para violoncello de Prokofiev marcó la única aparición del gran pianista ruso Sviatoslav Richter como director de orquesta. Decidido a no permitir que esta malograda obra suya se perdiera para siempre, Prokofiev realizó una segunda y más completa revisión de la partitura, de la que surgió la Sinfonía concertante Op. 125 para violoncello y orquesta.
Si bien es cierto que el Concierto Op. 58 y la Sinfonía concertante Op. 125 tienen como cimiento los mismos materiales musicales, existen también grandes diferencias entre ambas partituras. Entre otras diferencias, una de las más notables es la orquestación, que si en el Concierto es relativamente ligera, en la Sinfonía concertante se vuelve más rica y variada. Si en la primera versión de la obra la armonía es severa y astringente, en la Sinfonía concertante tiende más hacia el estilo neoclásico de Prokofiev. En más de una ocasión se ha dicho que el hecho de que la primera versión de la obra, como Concierto Op. 58, esté prácticamente olvidada, se debe sobre todo a la enorme dificultad de la parte solista; incluso, numerosos intérpretes de prestigio han mencionado el hecho de que la parte del violoncello es incómoda y que está escrita con poco conocimiento de los alcances y limitaciones del instrumento. De ahí que haya resultado de capital importancia la asesoría de Rostropovich en la realización de la nueva versión de la obra como Sinfonía concertante. Fue Rostropovich quien sugirió a Prokofiev simplificar algunos de los pasajes solistas de la obra, no porque él no pudiera tocarlos (Rostropovich podía tocar cualquier cosa escrita para el violoncello) sino para que otros colegas suyos pudieran interpretar la obra. El compositor accedió a la petición de Rostropovich, y a los pasajes simplificados de la parte solista los designó en la partitura como facilitatione.
Antes de realizar la versión definitiva de esta obra como Sinfonía concertante Op. 125 (cuya última revisión concluyó en 1952), Prokofiev compuso otra obra importante para Rostropovich, la Sonata Op. 119 para violoncello y piano, de 1949.
Andante
Allegro giusto
Andante con moto – Allegretto – Allegro marcato
Igor Stravinski (1882-1971) La consagración de la primavera
La consagración de la primavera
Desde tiempo inmemorial (con Antonio Vivaldi, 1678-1741, y sus Cuatro estaciones como primera gran referencia), la transición cíclica entre una estación del año y otra, y las cualidades de cada una de las estaciones, han sido con frecuencia fuente de inspiración para los compositores, que han abordado las estaciones del año a través de una enorme variedad de formas musicales. Estadísticamente, no hay duda de que la primavera es la más favorecida de las estaciones, al menos en lo que se refiere a su puesta en música. La mayor parte de las composiciones musicales dedicadas a la primavera (incluyendo la de Vivaldi) están enfocadas a la glorificación de la primavera como la estación plácida, feliz, productiva, lúdica, propicia y generalmente llena de asociaciones positivas y optimistas. Ahí están las canciones de Johannes Brahms (1833-1897) y Edvard Grieg (1843-1907) relativas a la primavera; ahí está la Primavera de los Apalaches de Aaron Copland (1900-1990); ahí está la sonata Primavera de Ludwig van Beethoven (1770-1827); ahí están las Rondas de primavera de Claude Debussy (1862-1918), la obertura La primavera de Joaquín Beristáin (1817-1839) y la Primera sinfonía, Primavera, de Robert Schumann (1810-1856) De la posible lista completa de las obras musicales dedicadas a la primavera, hay una muy importante que prescinde de los sentimientos beatíficos y complacientes para enfocar el rito de la nueva estación desde una perspectiva que tiene mucho de terrible y poco de plácido: el ballet La consagración de la primavera de Igor Stravinski. Esto habla, entre otras cosas, de la lucidez del pensamiento de Stravinski, tanto en lo musical como en lo extra-musical. Después de todo, frente a todas esas concepciones idealizadas y plácidas de la primavera, Stravinski puso una visión mucho más cercana al verdadero carácter ritual primigenio de la celebración primaveral. Para decirlo de una manera más directa, mientras otros compositores prefirieron comunicarnos el canto de las aves, el florecimiento de las plantas, la bondad del clima y la facilidad de la primavera para inspirar sentimientos saludables, Stravinski prefirió recordarnos con toda claridad que en épocas no tan remotas de la historia del homo sapiens toda esa bonanza primaveral tenía que ser ganada a través del sacrificio humano, literalmente. ¿Es posible que esta visión haya tenido que ver con el brutal rechazo inicial al que se enfrentó La consagración de la primavera?
La anécdota es sin duda la más famosa en la historia musical del siglo XX: mayo 29, 1913, en el Teatro de los Campos Elíseos en París, en el estreno de La consagración, la reacción del público origina un verdadero motín, dirigido en partes proporcionales contra la música, contra Stravinski, contra el coreógrafo Vaslav Nijinski y contra Pierre Monteux, director musical del estreno. A partir de este turbulento estreno absoluto, La consagración de la primavera ha sido una de las obras musicales que más polémica han causado, y es quizá la pieza a la que más epítetos peyorativos se han dedicado a través de innumerables críticas. Disonante, discordante, cruel, irritante, escandalosa, cacofónica, monótona, primitiva, informe, paleozoica, enfermiza, zoológica, son apenas algunos de los adjetivos virulentamente aplicados a esta partitura que hoy es ya un clásico indiscutible de la música del siglo XX. Entre estos adjetivos, hay uno especialmente interesante. Si se toma en cuenta que la obra se refiere a elementos estrictamente naturales, no deja de ser curioso que en 1920 el crítico neoyorquino Deems Taylor haya afirmado que “Stravinski es el mecanismo convertido en música”. Más interesante aún es el hecho de que otro crítico estadunidense, Paul Rosenfeld, ampliara por su cuenta este concepto en un texto ciertamente profético y no exento de validez, a pesar de su tono básicamente contestatario. En ese mismo año de 1920, Rosenfeld escribió lo siguiente:
Los nuevos órganos de acero del hombre han engendrado su música en La consagración de la primavera. Porque con Stravinski, los ritmos de la maquinaria han entrado en el arte musical. Sobre todo, es el ritmo, el ritmo rectangular, absoluto y enfático, un ritmo que se agita y late y se reitera y danza con toda la incansable perfección de la máquina, y avanza y retrocede y se dispara hacia arriba y luego desciende, con el inhumano movimiento de unos titánicos brazos de acero.
Quizá no sea muy temerario suponer que Stravinski, teniendo parte de su ser firmemente anclada en el porvenir, hubiera estado parcialmente de acuerdo con la visión futurista de Rosenfeld. Y así como una buena parte de los críticos de las primeras décadas del siglo XX vituperaron a Stravinski por el empleo del ritmo en La consagración de la primavera, muchos otros lo agredieron por el empleo poco ortodoxo y ciertamente desconcertante de la orquesta. En este sentido, y para quienes aún es difícil digerir la densidad orquestal de la obra, está la versión para piano a cuatro manos del propio Stravinski, que es una alternativa fascinante. También existe una muy interesante versión de La consagración transcrita para piano solo por Sam Raphling, a través de la cual es posible penetrar menos explosivamente en los rincones del pensamiento musical de Stravinski. Es evidente que tal transcripción ni sustituye ni supera al original, pero es uno de los ejercicios más válidos que se han hecho en este sentido, y en todo caso esta versión pianística demuestra, tanto como la versión original de La consagración de la primavera, que Stravinski fue un gran inconformista musical. Y es bien sabido que los inconformistas han sido siempre alimento primordial de los críticos reaccionarios. De ahí la profusión de insultos que no alcanzan, ni con mucho, a hacer mella en una de las partituras fundamentales de la historia de la música. Tan fundamental, por ejemplo, que existe también en una versión para guitarra sola realizada por Larry Coryell, así como varias versiones para distintos ensambles de jazz, incluyendo una muy interesante (y muy vieja) de Don Sebesky. Aunque usted no lo crea.
Parte I: La adoración de la tierra
Introducción
Danza de las jóvenes doncellas
El rapto
Rondas de primavera
Juego de las tribus rivales
Entrada de los hombres sabios
Danza de la adoración de la tierra
Parte II: El sacrificio
Introducción
Círculo místico de las jóvenes doncellas
Glorificación de la elegida
Evocación de los antepasados
Ritual de los ancestros
Danza sagrada del sacrificio
Scott Yoo

Director(a)
Scott Yoo es director principal y director artístico de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México y director musical del Festival Mozaic. Es también anfitrión y productor ejecutivo de la nueva serie de PBS Now Hear This, primera serie sobre música clásica en la televisión estadounidense agendada para prime time en 50 años. Es director del festival de música de Colorado College y fundador del Medellín Festicámara, programa de música de cámara que reúne a artistas de talla mundial con jóvenes músicos desfavorecidos.
En el último año, el Mtro. Yoo dirigió la London Symphony Orchestra y la Royal Scottish National Orchestra en grabaciones para Sony Classical. Ha dirigido las sinfónicas de Colorado, Dallas, Indianápolis, Nuevo Mundo, San Francisco y Utah, y a la Orquesta de Cámara de St. Paul tanto en su festival propio, el Elliott Carter, como en su debut en el Carnegie Hall. En Europa ha dirigido la English Chamber Orchestra, la City of London Sinfonia, la Britten Sinfonia, la orquesta filarmónica de Radio Francia, el ensamble orquestal de Paris, la Odense Symphony y la Sinfónica Nacional de Estonia. En Asia el Mtro. Yoo ha dirigido la Orquesta sinfónica Yomiuri Nippon en Tokio, la Filarmónica de Seúl y Filarmónica de Busan en Corea.
Como defensor de la música de nuestro tiempo, Yoo ha estrenado 71 obras de 38 compositores. Con la orquesta de cámara Metamorphosen, grabó American Seasons de Mark O'Connor para Sony Classical; con la orquesta de cámara John Harbison, trabajando con la soprano Dawn Upshaw para Bridge Records, consiguieron la nominación al National Public Radio Performance Today; y los ciclos de canciones de Earl Kim con las sopranos Benita Valente y Karol Bennett para el sello New World, grabación que recibió el Critics Choice en el New York Times. Otros de sus proyectos de grabación incluyen la obra integral para orquesta de Earl Kim con la Orquesta Nacional de Irlanda RTE para el sello Naxos, las obras de Carter, Lieberson y Ruders, y el ciclo de conciertos para piano de Mozart.
Como violinista, Yoo se ha presentado como solista en la Boston Symphony, la Dallas Symphony, la San Francisco Symphony, la Colorado Symphony, la Indianapolis Symphony, la New World Symphony y la Orquesta de St. Luke's. También ha sido invitado a festivales de música de cámara en todo Estados Unidos, como el Bargemusic, el propio de la Boston Chamber Music Society, con la Chamber Music Society del Lincoln Center, el Kingston Chamber Music Festival, Laurel Music Festival, New Hampshire Music Festival y el Seattle Chamber Music Festival.
Tras comenzar sus estudios musicales a la edad de tres años, recibió el primer premio en el Concurso Internacional de Violín Josef Gingold en 1988, el Young Concert Artists International Auditions en 1989 así como la beca de carrera Avery Fisher en 1994. En 1993 fundó la orquesta de cámara Metamorphosen, que ha dirigido en los conciertos por suscripción en la Jordan Hall en Boston y en el Troy Savings Bank Music Hall en Troy, Nueva York; de gira también en lugares como Avery Fisher Hall y 92nd Street. 'Y' en Nueva York y la Biblioteca del Congreso en Washington.
Scott Yoo nació en Tokio y se crió en Glastonbury, Connecticut. Hijo de madre japonesa y padre coreano, asistió a la Universidad de Harvard, donde obtuvo la licenciatura. Estudió violín con Roman Totenberg, Albert Markov, Paul Kantor y Dorothy DeLay, y dirección orquestal con Michael Gilbert y Michael Tilson-Thomas.
Robert deMaine

Violoncello
Elogiado por el New York Times como "un artista que nos hace suspender de cada nota", deMAINE es chelista principal de la Filarmónica de Los Ángeles. Como solista y músico de cámara súmamente solicitado, frecuenta importantes festivales de cámara en el mundo, como los de Marlboro, Seattle, Great Lakes, Limoges, Heidelberg Schlossfest, Chamberfest Cleveland, Montreal, el Festival Ditto de Seúl y recientemente, se presentó como solista en el Piatigorsky Cello Festival 2016. Su manera de tocar se caracteriza por un "hermoso tono de canto, su precisión técnica lapidaria y una identificación persuasiva con el idioma de la música en cuestión". Tiene en su repertorio solista, las grandes obras para su instrumento, antiguas y contemporáneas; desde los conciertos de Haydn, Dvorak, Elgar y Penderecki, hasta las más recientes obras de John Williams y Christopher Theofanidis. En recitales interpreta para violonchelo y piano, y considera las suites de J.S. Bach, base y fundamento de su repertorio. Como señaló alguna vez un crítico, su forma de tocar es "magnífica" y su "brillantez técnica se ve superada sólo por la belleza de los tonos que produce".
DeMaine se ha presentado en el Carnegie Hall y el Lincoln Center, en el Kennedy Center, el Teatro Colón, el Concertgebouw de Ámsterdam, la Filarmónica de Berlín, el Vienna Konzerthaus y el Tchaikovsky Hall de Moscú, el Auditorium du Louvre, el Suntory Hall y el Centro de las Artes de Seúl, así como el Shanghai Oriental Arts Center and Conservatory y el Wigmore Hall de Londres, entre otros. Recibió una beca de carrera de la Fundación Helen M. Saunders y un violonchelo Vuillaume como obsequio de la Fundación Cecilia Benner. Sus principales maestros han sido Leonard Rose, Stephen Kates, Steven Doane, Paul Katz, Luis García-Renart y Aldo Parisot. Cursó clases magistrales y estudios adicionales con Bernard Greenhouse, János Starker, Boris Pergamenschikow, Felix Galimir y Jerome Lowenthal.
DeMaine estudió en: la Juilliard School, Eastman School of Music, University of Southern California, Yale University y Kronberg Academy en Alemania. Ganador del primer premio en distintos concursos en el mundo, deMaine fue el primer chelista en ganar el gran premio en el prestigioso Concurso Internacional de Cuerdas Irving M. Klein de San Francisco. Como solista, ha colaborado con muchos de los directores más distinguidos del mundo, como Neeme Järvi, Rafael Frühbeck de Burgos, Gustavo Dudamel, Esa-Pekka Salonen, Peter Oundjian, Mark Wigglesworth, Joseph Silverstein, Mirga Gražinytė-Tyla y Leonard Slatkin. y ha interpretado casi todos los conciertos para violonchelo con la Orquesta Sinfónica de Detroit, donde se desempeñó como violonchelo principal durante más de una década. DeMaine también ha sido violonchelista principal invitado de la Orquesta de Cámara de Saint Paul, la Sinfónica de Toronto y la Filarmónica de Bergen en Noruega. Miembro fundador del Ehnes Quartet en 2010, también toca en trío con piano al lado de la violinista Hilary Hahn y la pianista Natalie Zhu.
Ha grabado para Naxos, Chandos, Onyx, CBC, DSO, Elysium y Capstone y tiene apariciones en la BBC, PBS, Performance Today de NPR, Canadian Broadcasting Company, France Musique y la RAI, entre otros. Su grabación del Concierto para violonchelo John Williams (Sinfonía de Detroit, bajo la dirección de Leonard Slatkin) fue lanzada por Naxos en otoño de 2015. Robert deMaine es un artista exclusivo Thomastik-Infeld, y toca un chelo fabricado en 1684 por Antonio Stradivari, el llamado "General Kyd, ex-Leo Stern".
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